Y llegó la semana 41...
Mi ansiedad comenzó a hacerse más intensa, ya que el sueño de un parto en casa se esfumaba, mientras los días avanzaban. Llevaba 2 semanas botando tapón mucoso, teniendo contracciones suaves que iban y venían, y luego de intentar - los días +1 y +2 -, con acupuntura, homeopatía y medicina antroposófica, llegó el esperado momento.
Un viernes 15 de diciembre a las 1:20 de la madrugada (Semana 41+3), me desperté con contracciones más intensas, regulares (al fin) las que me devolvían las esperanzas. Pero aún podía dormir así que aprovechamos de descansar. Pasaron las horas, las contracciones ya no me permitían dormir, me levanté y me di una ducha, comencé con la pelota de pilates y vocalizaciones suaves.
Comenzaba a amanecer y cada vez eran más fuertes, Seba (mi pareja) me ayudaba con masajes y guateritos para calmar el dolor. Al poco rato se despertó la Lunita (nuestra hija de 6 años) mientras yo estaba en el baño, desayunó y al poco rato se fue donde una vecina (plan Luna), entonces entramos en una etapa de trabajo más intenso y concentrado, Seba me ayudaba entre vocalizaciones y guateros.
Seba me preguntaba constantemente si no era hora ya de llamar a nuestras guardianas Gabi y Jenny, si inflábamos la piscina de parto, si quería desayunar. No sé bien qué hora era pero primero llegó la Jenny, que respetuosamente examinó los latidos de la Flora, estaba todo perfecto, pero aún con 3 de dilatación, faltaba un resto de camino.
Más tarde, con Jenny, recuerdo haberme acostado en el sillón con una pierna colgada para poder descansar entre contracciones, ahí me dormía profundamente mientras ella me hacia cariño y me sentí tan tranquila y contenida por su energía sanadora. Luego, llegó la Gabi con su energía maternal, sus aromas, hierbitas y regaloneos. Me acuerdo que las contracciones eran cada vez más intensas, las vocalizaciones de la O me ayudaban a transitar el dolor que se hacía cada vez más focalizado en la pelvis y el sacro. La Jenny , silenciosa me acompañaba y me ayudaba haciendo masajitos.
El Seba me ayudaba a vocalizar. En un momento me acuerdo que me fui sola al baño de mi hija Luna y el water se volvió mi refugio, en un momento quise estar sola con la puerta cerrada, mis guardianas y mi Seba respetaron ese espacio pero observando siempre para ir a dar fuerzas, la Gabi me llevaba agüitas. Luego recuerdo que las chicas me revisaron y ya íbamos en 5. Nos tiramos de espalda a la cama las 3, tomadas de la mano, recuerdo nuestras caras llenas de emoción y con la felicidad de que ya al fin salíamos de esa fase latente. Las chicas me ofrecieron el agüita.
Mientras se llenaba la piscina de parto me suspendí, la Jenny me hacía masajes en la espalda, con esas manos poderosas y contenedoras.
Después de un rato entré a la piscina y fue un alivio enorme, escuchaba algunas canciones de la lista que hicimos para el parto y entre contracciones cerraba los ojos y me dormía en esa agua calentita. Me quedé un buen rato y empecé un viaje...a ratos las chicas me llevaban comidita para reponer energías.
Después me volví a salir, volví a suspenderme, luego baño y posición water nuevamente, a mi cueva. Pasaba de una a la otra, hasta que de pronto llegamos a los 9 cm de dilatación, ya no sé ni que hora era. Recuerdo que a mi cabeza le costaba apagarse aún a esas alturas.
Me metí a la piscina de nuevo y empecé a pujar, tirando de unas poleas que primero afirmaba la Jenny, que me ayudaba vocalizando para abrirme poco a poco. Y luego se hizo cargo Seba ( tenemos un video, yo parecía araña). Hubo un momento en que detectamos que se había roto la bolsa, y salía meconio, que se podía visualizar en el agua de la piscina, eso nos daba menos tiempo para el expulsivo.
Salí del agua y la Gabi trajo el asiento de parto, bajo el que Tamal nuestro gato estuvo acostado gran parte del trabajo de parto, dándole sus energías santiguadoras. Ahí comenzamos el expulsivo que me llevo a momentos de mi parto anterior, no podía centrar mi fuerza, ni mi respiración para lograrlo. Pero recuerdo la cara de la Gabi que llena de confianza me alentaba con sus palabras, el Seba me ayudaba a soltarme gritando y vocalizando. Aún así no era suficiente y no teníamos tanto tiempo para que Flora saliera, por estar ya dentro del cuello del utero, de todas formas la monitorearon entre cada contracción y sus latidos nunca disminuyeron (bien Florita poderosa!!).
Subí mis piernas para poder apoyarme en el asiento y mi espalda en el pecho de Seba (él sentado en nuestra cama), y manos apoyadas sobre sus piernas.
Hasta que vino la renuncia, y enuncié un "ya no puedo más", pero la Gabi me decía ¡Vamos preciosa!, !¡eres poderosa! ¡Tu puedes! ¡Tu sabes parir ! Y luego todos me dabas fuerzas diciendo ¡vamos en la próxima contracción ! Sus miradas profundas me daban la confianza y seguridad, y cuando se acercaban las contracciones tomábamos el aire juntos para volver a pujar. Ahí le hablaba a mi Flora y le decía que trabajaramos juntas que ya quedaba poco para conocernos. Y entonces me llené de fuerzas gritando "Yo puedo", y con ello logré hacer que el pujo sacara la fuerza hacia abajo y manteniéndolo, gritando y sosteniendo la frase hasta quedarme sin aliento.
De pronto comenzó a asomarse la cabeza de mi Flora (la coronación), sentí como quemaba el famoso "aro de fuego", la Jenny delicadamente me ponía compresas para ayudar. Cerré los ojos y me entregué a esa muerte de la que tanto leí en relatos de parto y cuidada por mi tribu, me sentía tan segura. Me conecté con algo muy poderoso y desconocido que vivía en mi, y por un segundo cerré mis ojos y morí (retóricamente), fui en búsqueda de mi Flora al océano estelar. Asi de pronto ya estaba fuera, y en mi pecho. Seba llorando en catársis, yo no pudiendo creer que lo habíamos logrado. Como haber subido un cerro muy alto y llegar a la cumbre luego de mil adversidades, incluso, habiendo querido rendirme. ¡Lo logramos!
Luego, las chicas nos contaron que Flora venía con su manito encima de la carita, como agarrando el cordón, y que probablemente eso hizo que costara más la fase expulsiva, o todo el trabajo.
De pronto sus ojos estaban ahí, mirándonos, tan despiertos y serenos. La Flora que tanto nos hizo esperar ya estaba aquí, no podía creerlo, pasé por mil emociones, mientras unos rayos del sol de la tarde se colaban entre las cortinas. La emoción nos embargó a todos ¡Al fin llegaste Flora amada!. Hicimos piel con piel, ahí en el calor de nuestra cama, de nuestro nido, una imagen con la que fantasee durante todo mi embarazo, estaba pasando, era real.
Más tarde hicimos la ceremonia del cordón, ahí acostados en nuestra camita. Aún no podia creer lo que estaba viviendo, era todo tan hermoso, significativo, transformador. Sentía como me llenaba de energía nuevamente, mi corazón repleto.
Nuestras guardianas se volvieron madres cuidadoras y protectoras de un momento en dónde las mujeres necesitamos de otras mujeres, y mi Seba estuvo ahí sosteniendo en todos los aspectos, haciendo comida, preparando las cosas que necesitábamos y atento a cuando lo necesitaba, ayudándome a no perder las fuerzas, vocalizando, soltando. No podríamos haber sido un mejor equipo. Ahora siento que hay algo que nos une a todos para siempre, una experiencia tan sagrada.
No puedo más que sentir una admiración profunda por estas brujitas que nos acompañan con sus saberes a nosotras las mujeres en el parir, guardianas de un oficio divino. Porque el cómo llegamos al mundo nos marca como seres humanos. Son ellas quienes confían en nuestro poder y nos muestran de lo que somos capaces.
Gracias guardianas hermosas por acompañarme en este viaje de transformación, de sanación personal y de mi linaje. Gracias Flora por elegirme, gracias mi Lunita por desear una hermana y darme más sentido para elegir esta vivencia. Gracias Seba por ser mi compañero y apoyarme en todo este camino.
Relato escrito por Magdalena, en el nacimiento de su hija Flora.
Parto Planificado en Domicilio, Diciembre 2023 - Santiago, Chile.
Matronas Gabriela Velozo y Jennifer Sanhueza.