Relato de Parto de Pamela y el nacimiento de Aurora.

Semana 40 cumplida y visitamos a la Jenni en su consulta. “40 semanas y aún no hay señales” le decíamos un poco ansiosos.

“Tranquilos que la Aurora va a venir cuando ella quiera”.

Pasaron un par de días y llegó la señal que estaba esperando. Se acerca mi bebé sentí.

Las contracciones se hacían notar con calma y distancia las últimas horas de un día jueves. Algunas más fuertes que otras me mantuvieron despierta la madrugada del viernes. Y así transite cada una de ellas todo el viernes , sentada en la pelota de yoga , con un rebozo amoroso que me hacia Yoyo, mi gran compañero💘, masajitos , esencias y duchitas con agua caliente.

Al llegar la noche del viernes , las contracciones se intensificaron y no volví a dormir.

A las 4 de la madrugada del día sábado nos fuimos a la clínica. Al llegar sólo tenía dos de dilatación y Jenni que atendió rápidamente la alerta de mi llegada, me muestra mis opciones. Elijo volver a mi casa para seguir preparándome.

Y repito todas los cariñitos para transitar el dolor de las contracciones: pelota, tina, frutitas, masajes y regaloneo. Siendo las 15:00 hrs del día sábado , nos vamos a la clínica otra vez. Avance a cinco de dilatación pero mi cuerpo ya no aguantaba más el cansancio de más de 30 horas de contracciones, pido anestesia para descansar y recuperar fuerzas. Con mucho cariño Jenni prepara la salita, pongo mi música, mi lámpara y logro dormir unas horas.

Avanzada la tarde del sábado junto a la Dra. Otone se dan cuenta de que la Aurorita tenía un “chichón” en la cabeza que no le permitía avanzar. Me recomiendan ejercicios en la pelota para que logre moverse y encajar bien. Llego a siete de dilatación sin avanzar más y pese a que estuve horas intentando todos los ejercicios , no cambió su posición. El parto natural no podría darse.

Y aunque me entristeció, siempre entendí que estás cosas podían pasar.

Intentamos todo y siempre me sentí acompañada y protagonista de las decisiones. En confianza💗.

Nos vamos al pabellón para la cesárea.

Recuerdo el abrazo contenedor y las palabras amorosas de mi matrona mientras me ponían la epidural. De ahí en más, todo fue pasando muy rápido. Sentí los besitos en mi cabeza de mi compañero y a la Jenni levantando mi cabeza “ya Pame , vas a conocer a tu hija” y pude ver cómo sacaban con suavidad a mi guagüita. A penas sale, un llanto fuerte retumba en la sala. Mi hija anuncia su llegada. Yoyito corta el cordón y a través de un túnel de mantas que estaban sobre mi, acercan a la Aurora a mi pecho, donde permaneció durante varios minutos con el cariño y la mirada cálida de nosotros naciendo como padres. Recuerdo con tanta alegría tener la posibilidad de ese apego inmediato exquisito, juntas todavía como si aún estuviéramos unidas en un solo cuerpo. Y que también tuviera la posibilidad de un apego piel con piel junto a su papito quien la vistió y acompañó cuando yo no podía.

La cesárea siempre fue mi última opción. Tenía miedo de que fuera un parto traumático o poco cariñoso. Pero no fue así. Mi hija nació rodeada de amor y pulsando cada segundo en este mundo con tranquilidad junto a su mamá y su papá. Sin apuros, demostrándonos que una cesárea también puede ser un parto respetado y cálido. Permitiéndonos recordar por siempre que nuestro encuentro fue hermoso y sereno💜.

Relato escrito por Pamela acerca de su experiencia de parto en el nacimiento de Aurora 27/01/2024.

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